Escrito por Dahlia Black
A lo largo de los últimos tiempos parece que las pelucas se han convertido en un accesorio casi imprescindible en el Lolita. De colores pasteles extrambóticos o en tonos naturales, es cierto que son muy cómodas y útiles y que permiten lucir impresionante sin necesidad de mantener una cabellera larga y frondosa, o incluso cambiar momentáneamente el color del cabello sin necesidad de recurrir a agresiones como tintes.
Por contra, está la opinión de que el uso de pelucas (particularmente las de colores pasteles llamativos) fomenta la impresión de que el Lolita es algo estrambótico, rayando en el disfraz; y que rompe con la premisa de la inspiración en épocas pasadas.
Pero echemos la vista atrás.
El uso de pelucas comenzó en Egipto, dada la comodidad de éstas frente al clima y parásitos presentes. Desde ahí han saltado de civilización en civilización, pasando por los Fenicios, Romanos y Japoneses.
Con respecto a las épocas de las que bebe el Lolita, la propia Isabel I en el siglo XVI usó pelucas varias a medida que iba envejeciendo; y un siglo después el Rey Luis XIII introducía a los hombres de la corte francesa en su uso.
Es bien sabido que durante el rococó (final del siglo XVIII) se pusieron de moda las pelucas empolvadas con harina, cal y pigmentos que les podían dar un característico color pastel (particularmente rosado o azulado), y a lo largo del siglo siguiente (en el XIX) las pelucas se convirtieron en seña de identidad de diversas profesiones y cargos (en algunas de las cuales aún se emplean hoy en día).
Yo creo que es una buena opción para darte un look diferente sin tener que hacerle nada a tu pelo, además suelen ser más manejables ^__-
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